Donald Trump y Xi Jinping

Jesús Castillo
“China” ha sido uno de los temas que más se han mencionado durante la campaña presidencial americana. China está en guardia y a la espera de que Donald Trump mueva ficha en el tablero internacional.
¿Cómo le puede afectar a China la victoria de Donald Trump?
Hay una expresión que puede definir el contexto de la relación bilateral China/EEUU tras la elección del Donal Trump como Presidente de EEUU: es el famoso dicho de “Wei ji” (危机) que se traduce comúnmente por “riesgo o crisis” pero que a su vez conlleva dos significados: “peligro y oportunidad”.
“Peligro”, porque Donald Trump ha generado durante toda su campaña mucha inestabilidad con sus palabras y provocaciones y esta situación a los chinos les produce mucho nerviosismo.
Desde que China y EEUU establecieron relaciones diplomáticas 37 años atrás los dos países han establecido un “modus vivendi” marcado por la ponderación, es decir, progresando en muchos ámbitos y enfriándolos en momentos de reflujo de las relaciones.
En los últimos años los presidentes Xi Jinping y Barack Obama han mantenido frecuentes encuentros en los que han ahondado en las relaciones bilaterales, firmado acuerdos, aunando esfuerzos en los más importantes foros multilaterales (G-8, G-20, ONU) para afrontar los retos globales. Ya en su primera visita a EEUU, Xi Jinping firmó acuerdos de cooperación en varios campos incluido el militar, seguridad en cibernética, comercial y educativo; más tarde en París fue firmante del Acuerdo Global sobre el Cambio Climático.
Pero también han protagonizado serias confrontaciones dialécticas en relación con el Mar del Sur de China o en la península de Corea con motivo del despliegue de misiles en la frontera con Corea del Norte, lo que ha provocado malestar en Pekín y creado fricciones que China, por otra parte, ha sabido aprovechar para reforzar su posición con su vecino Putin.
Xi Jinping , al poco tiempo de conocer los resultados de las elecciones llamó rápida y discretamente a Donald Trump para felicitarle, y poco más tarde, el portavoz del gobierno chino declaró que “su país espera trabajar conjuntamente con la nueva Administración Trump y promover de una manera sostenible la relación entre los dos pueblos para que sus ciudadanos y los ciudadanos del mundo entero se puedan beneficiar”. No obstante, China, nunca ha supeditado sus relaciones exteriores al perfil personal de los Presidentes o Jefes de Estado sino que ha enfocado estas relaciones como una acción colectiva a largo plazo con sus instituciones políticas, en este caso el Congreso de EEUU y el Comité Central del Partido.
El Gobierno Chino siempre ha mantenido una “buena entente” con los republicanos. Un ejemplo de esta sostenibilidad es la importancia que ha tenido el llamado “Strategic Economic Dialogue” entre EEUU y China especialmente durante la época de George W. Bush y Xi Jinping, en aquel entonces vicepresidente chino, que tomó un papel predominante y activo de lo que ha sido la base para trabajar estrechamente los dos países en asuntos comerciales, medio ambiente y sostenibilidad, y también en la reforma y ciertos cambios del sistema financiero de China.
Cualquier alteración en las políticas que han sido acordadas hasta ahora entre los dos países o en curso de implementación deberá ser aprobada por un Congreso en el que el Trump tiene no pocos enemigos, y no solo demócratas sino también del partido republicano. Aquí es donde puede haber una “oportunidad” para el desenvolvimiento de las relaciones bilaterales, pues el gobierno chino comienza a pensar que Trump va a estar atado de pies y manos y que será el Vicepresidente Mike Pence quien llevará de la mano los temas estratégicos internacionales tanto militares como comerciales, apoyado por sus colegas republicanos quienes trabajarán por un clima favorable de entendimiento entre ambas potencias.
Precisamente dos días después de conocer los resultados electorales, James Woolsey, Consejero de Seguridad Nacional del Presidente electo Donald Trump comentó en una entrevista al diario South China Morning Post, de Hong Kong, el gran error estratégico que había cometido EEUU al declinar su participación en el Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB). Woolsey ha dicho también “que espera una respuesta de Trump más entusiasta al programa de Xi Jinping de OBOR ("One Belt, One Road"), también conocido como la Nueva Ruta de la Seda.
Por otro lado, el periódico Global Times y otras publicaciones gubernamentales chinas, en editoriales sobrios y neutros, de un optimismo disimulado, dan pie a pensar que la nueva situación y relación con EEUU traerá consigo una distensión en la relación, lo que será una nueva oportunidad para China para mejorar las relaciones con EEUU y con países de la zona aprovechando los vacios que pueda dejar EEUU.
El tono de la relación bilateral, tanto si progresa como si se estanca, siempre será una oportunidad para el “País del Medio”, pues ocupa una posición favorable no ya solo por el poder comercial de represalia a cualquier posible acción de EEUU sino también por la deuda americana en poder del Banco Central Chino.
Las palabras de James Woolsey son muy significativas y comienzan a hacer olvidar todos los comentarios que hizo el presidente electo sobre China durante la campaña electoral.
Jesús Castillo Abascal, observador de la realidad china, es un profesional con una larga experiencia en el país, en el que ha vivido desde la década de los ochenta.
